pensamientos jazz # 1: Sábado de primavera
Estoy disfrutando muchísimo las memorias de Duke Ellington, “La música es mi amante”, en una de esas ediciones negro/plata en impecable Helvetica a cargo de Global Rythm. Maravillosamente escritas, seductoras, elegantes, tiernas y llenas de anécdotas, básicamente, como era su prodigiosa música, al margen del estilo que abordase. Curiosamente, comienza como la autobiografía de Johnny Cash, enumerando los diferentes sobrenombres que sus padres, hijos, amigos, empleados o conocidos le han ido poniendo a lo largo de los años. En esencia, nada que ver con el pobre, a mi parecer, relato de las desventuras de Edith Piaf que la misma editorial ha publicado este año.
Suena “Flamingo” al tope de volumen que da este cacharro, que no es mucho, pero despliega cierta calidez que los otros equipos de sonido de casa no proporcionan. Y permite oir de fondo el piopio de los mirlos y verderones de este brioso ecosistema que es mi ciudad, mientras empiezo a considerar seriamente atacar ya con un Beefeter-tónica la melancolía de esta primaveral tarde de sábado que comienza a caer sobre mi cabeza.
En «La música es mi amante» sale Pannonica Rothschild, Nica de Koenigswarter para los amigos.
La chica lo tenía todo. Se casó y crió a cinco hijos, pero la estela de un hombre al que nunca había conocido la inspiró para dejarlo todo y empezar una nueva vida.
La “baronesa del jazz” tuvo una existencia entretenida antes de instalarse en Estados Unidos. Hija del banquero inglés Charles Rothschild, estuvo casada con un barón francés, luego nombrado héroes de guerra, y trabajó directamente para Charles de Gaulle. Tras su divorcio, emigró a Nueva York, al Upper West Side, concretamente, donde pronto se convirtió en amiga, protectora y mecenas de jazzmen como Thelonious Monk o Charlie Parker.
Fue precisamente la muerte de Parker, que ocurrió en su casa – tal como se puede ver en la peli de Clint Eastwood, Bird– lo que la llevó a mudarse al 230 de Central Park West, el Bolivar Hotel, hoy considerado lugar histórico, e inmortalizado en la canción de Monk, “Ba-lue Bolivar Ba-lues-are”.
“Nica´s dream” de Horace Silver o “Nica” de Sonny Clark son algunas de las canciones que llevan su nombre. En Amazon tienen (por sólo 7 dólares) este libro con una pinta estupendísima, en el que músicos de la época, convenientemente fotografiados por Nica, piden su tres deseos al genio de la lámpara.
El especial de la BBC “The jazz baroness”, está bien guapo y se puede encontrar en el torrent: Helen Mirren como Nica y apariciones de Sonny Rollins, Monk Jr, Roy Haynes o Chico Hamilton.
En la foto, la baronesa y Mingus viviendo la vida loca (y comprando revistas)