LGTB y su voluntario gueto turístico
Con un competitivo ‘lobby‘ detrás, cualquier cosa es susceptible de convertirse en modelo de negocio, por paradójico que pueda resultar en muchas ocasiones.
En el caso del colectivo LGTB -las siglas con las que se designa de forma global a lesbianas, gais, bisexuales y transgénero-, el actual escenario es significativo. Y es que lejos de aprovechar la ganancia de derechos adquirida en los últimos años para conseguir una normalización en los estándares sociales, están utilizando su nueva posición para crear guetos voluntarios y a la práctica excluyentes, como en el caso del sector turístico. Es decir, los mismos que hace décadas clamaban por una normalización, ahora pretenden diferenciarse, como si el hecho de contar con una determinada opción sexual fuese un valor añadido. Todo ello con la complicidad de administraciones públicas, operadores turísticos y demás pilares de un sector que no pierde ripio cuando hay billetes de por medio.
Es la conclusión a la que llegamos la pasada semana en Fitur, donde varias comunidades autónomas, entre ellas Extremadura, que incluso editó un folleto al respecto, destinaron espacios con reclamos promocionales para el público LGTB. Si la mera orientación sexual es ya un valor añadido, y puestos a hacer de la normalidad virtud, no es de extrañar que en próximas ediciones existan en esta feria internacional espacios exclusivos para altos, bajos, morenos, guapos o feos, siempre y cuando estos términos sean adoptados previamente por la más moderna progresía.